Quieta, inmóvil, sentada en cualquier banco sucio de la ciudad. La lluvia rabiosa empapaba cada uno de mis pensamientos. Mirando a ninguna parte , pensando en cómo ordenar mi vida, nuevamente. Intentando parar mi tiempo por un momento, simplemente. Dejé que las dulces gotas de agua hicieran, lentamente, el amor con mi cansada alma. Mientras tanto, en mis cascos, la música me golpeaba a traición el corazón. Cada nota recorría cada célula de mi organismo, retumbando allí por donde pasaba. En ese momento todo valía, no había normas, ni sentimientos inoportunos. Era como un ser inerte. A ratos se me olvidaba respirar. Mi alrededor era borroso, la gente se movía rápido y el mundo no paraba. Sus miradas flaqueaban, estaban a punto de romperse.
Queriendo salir de mi cuerpo, volé. Volé tan alto que ni siquiera podía escuchar mis miedos. Estaba más sola que nunca y nadie podía juzgarme. Levité, mi ser flotaba por el aire, como si no pesase. Libre de temores, de amores no correspondidos, externa de todas las decepciones y de las amistades interesadas. Despreocupándome de la sociedad y del sistema, me evadí del propio mundo. Entonces cerré los ojos, influida por el ritmo de cada canción, poco a poco mi alma y mi cuerpo se fusionaron, alcanzando el apogeo de mi libertad. A medida que a mi espíritu le invadía la felicidad, la vida, menos sentido recobraba.
No sé a ciencia cierta si lloré o era la propia lluvia que danzaba por mis gélidas mejillas.
Tal vez lloré.
Queriendo salir de mi cuerpo, volé. Volé tan alto que ni siquiera podía escuchar mis miedos. Estaba más sola que nunca y nadie podía juzgarme. Levité, mi ser flotaba por el aire, como si no pesase. Libre de temores, de amores no correspondidos, externa de todas las decepciones y de las amistades interesadas. Despreocupándome de la sociedad y del sistema, me evadí del propio mundo. Entonces cerré los ojos, influida por el ritmo de cada canción, poco a poco mi alma y mi cuerpo se fusionaron, alcanzando el apogeo de mi libertad. A medida que a mi espíritu le invadía la felicidad, la vida, menos sentido recobraba.
No sé a ciencia cierta si lloré o era la propia lluvia que danzaba por mis gélidas mejillas.
Tal vez lloré.
Recuerdo cuando salía de la Universidad y en ocasiones llovía, era tarde ya podía mojarme y no pensar en otro cambio de ropa pues no tenía más clases, me colocaba los audífonos le daba play a la música y me perdía en el camino a casa, no tenia noción de cuanto me demoraba en llegar, era un trayecto en el que sentía que suavemente escapaba a la rutina, la lluvia lo hacía diferente al mismo camino que tomaba siempre todos los días, me golpeaba la espalda como reconfortándome mientras con la cabeza gacha seguía el camino a casa, la música hacia más ameno todo, entre las gotas de lluvia dibujaba lo que las letras decían y el golpe del agua en el suelo acompañaba el beat de la base...
ResponderEliminarPara mi, esos son los mejores momentos del día. No piensas en los problemas, te dejas llevar por cada rima y tu cuerpo y miente van al ritmo del beat...
ResponderEliminarGracias por comentarlo, me has sacado una sonrisa. Gracias:D
Gracias a ti :)
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