Ir al contenido principal

Entradas

Me dueles

Dueles cuando mirándome a los ojos dices que no me quieres. Dueles cuando todo lo que hago nunca es suficiente para ti. Dueles. Me dueles. Dueles cuando me apartas, me mientes, me engañas... Dueles cuando me juras que cambiarás, pero yo sé que nunca lo harás. Dueles. Me dueles. Me duele todo. Todo duele cuando me alejas, cuando vienes y destrozas la ilusión, cuando acabas con mis fuerzas, cuando apuñalas la verdad. Me dueles, me hieres, me rompes, me arrastras y me matas. Dueles. Me dueles. Despellejas mi tranquilidad. Derrumbas mis cimientos, los que a tientas tardé, pero logré construir y sin ti. Dueles. Me dueles. Me dueles inseguridad.
Entradas recientes

Cuando te vayas

Cuando solo esté aquí tu cuerpo y tu mente haya viajado a tus recuerdos veinte años atrás, cuando ni siquiera tu cuerpo recuerde cómo funciona, cuando tu alma ya no se refleje en tus ojos y tu mirada perdida esté asustada, tendré miedo y te anhelaré. Cuando ya no me recuerdes,  no quiero odiarte por no reconocerme. Cuando la sombra gane este pulso macabro a la cordura no quiero lamentarme por no haberte dicho "te quiero". Cuando no seas tú, cuando seas más dolor que ternura, cuando no encuentre complicidad en tus palabras, ni orden, ni coherencia, si quiera, cuando esté tan lejos tu mente desorientada que nada de lo que haga la traerá al presente, cuando verte me produzca más ardor que amor, cuando el tiempo implacable avive la llama del olvido, cuando te vayas, confío en que podré recordarte como "la rosa que nunca se marchitará" pero ahora, ahora solo quema. "Te fuiste olvidando tus recuerdos y yo me quede aquí, recordando tus olvidos"

Hay edades para todo

A veces me pregunto dónde y con quién se entretuvo  la inspiración, quizá algún mal hábito como la pereza la encandiló. Otras veces pienso que aparqué la creatividad y la imaginación para simplemente crecer y convencerme de que volar es imposible. O tal vez sólo sea que me instalé y acomodé en mi rutina. Y de ahí la pregunta más importante: ¿por qué fue así? Cuál fue el momento, maldito momento, en el que pacté con la mediocridad. Siempre creí que mis libros, pensamientos no tan disparatados, mis ansias de conocer, y no mundo sino conocer y ya está, mi facilidad para galopar como Quijote, aunque yo siempre sin Sancho, entre la realidad y la fantasía, alimentaban mi espíritu. Siempre mimé la cúspide de mi pirámide, toda esa autorrealización de la que hablaba Maslow y blablabla...Veinte años de vida y mi antes pirámide es ahora una mastaba. Seguiré buscando.

La mente no olvida.

Hoy a sido un día bonito y soleado hasta que sin darme cuenta me han venido a la cabeza momentos que pensé que estaban olvidados. Cosas que se te quedan grabadas en la vida para siempre. Ahora ya no es un día para estar feliz sino para estar triste y con sensación amarga al  recordar aquello que te hace realmente daño en la vida. Queridos lectores, luchar por lo que quereis he intentar no introduciros en una espiral profunda y sin salida. De no ser así lo llevareis siempre con vosotros en esa mochilita invisible que hay sobre nuestra espalda. Un saludo y hasta pronto. Nat.

La extraña necesidad de escucharme

Abrí el colorido y primaveral paraguas justo en el preciso momento en el que la primera lágrima del lloroso cielo explotó en mi frente. Las siguientes impolutas gotas cayeron atropeyándose unas a otras, arrebatándose protagonismo, como queriendo morir en este suelo denigrante y con mayor velocidad fueron rebotando sobre mis pies. Allí debajo me sentía protegida y segura, tranquila y, sobre todo, me empapaba una sensación de bienestar. Pues llegaría a mi destino en cualquier momento. Esquivando sucios charcos caminaba al ritmo de la lluvia, sin detenerme y apresurada, como siempre. Entonces fue cuando, sin querer, un despistado conductor me bañó con esa misma agua agria y contaminada del suelo. Esperando una respuesta de cortesía, elevé mis brazos enfadada y realmente decepcionada, casi había conseguido no calarme esa tarde tormentosa, algo poco habitual en esta triste ciudad. Cuando las estúpidas gotas se abalanzaron sobre mí, miré al cielo como pidiendo una respuesta, tonta de mi! c

Lo que puede valer tu sonrisa

Una mañana más, un día lluvioso como es habitual por aquí, las mismas caras serias y el mismo camino a seguir. No llevo paraguas, pues prefiero sentirme viva y que las gotas me golpeen la cara. Sólo es agua. El mismo vagabundo cuidando de su enfermizo perro, el mismo gato abandonado en su esquina, la misma madre cansada y preocupada lleva a su pequeño al colegio. "Cada día es igual" pienso y como si el Universo me hubiese escuchado, me regala una sonrisa. Él pasa por delante de mi rutina, me sonríe y se marcha. Así, sin un "hasta mañana" ni siquiera sin haberse presentado. Pero eso sí, recargándome las pilas. Y entonces es cuando pienso que ahora mismo, el día, ya ha merecido la pena.