Con las lágrimas a punto de explotar en mis mejillas, con los pensamientos enfadados entre sí y echándote de menos… decidí pasar página. No lo entiendes, lo sé. Nunca lo has hecho pero porque no has querido y por esa misma razón no entenderás el porqué de esta corta reflexión. No es que no me haya costado alejarte de mi y arrebatarte el máximo número de manías mías impregnadas en tu día a día, posibles. Sí, he sufrido casi como si estuviese enamorada. Quizá lo estaba, jamás lo sabré(pero al igual que tú) porque no quiero darme cuenta de esa realidad. Tal vez te amé y seguí mintiendo diciendo que ‘’yo no creo en el amor‘’. No sé. No quiero saberlo, me atemoriza la idea de que uno de mis amores seas tú. Lo sé, sé que piensas que soy cobarde y que no te merezco. Por eso te dejo ir, sin lamentos, sin llantos, ni llamadas sorprendentes a las 7 de la mañana pidiéndote que vengas y me salves de esta ciudad. No. Vete, escapa de mi antes que mi frialdad acabe con los dos...
me da igual la coherencia