Allí estaba yo. Con el corazón en la mano izquierda y con mi orgullo en la otra. A punto de romper a llorar... el amor de mi vida se escapaba por la puerta de atrás y yo no hacía nada para impedirlo. ¡Qué irónico era todo!
Él me quería y yo a él. Pero era un romántico y yo un alma libre, enamorada de la vida. Lo nuestro era otro amor imposible, como tantos... Era imposble, al menos en esta vida.
Él lo tenía todo. Era mi solución, era quien me calmaba y hacía que me cayeran lágrimas llenas de partículas de felicidad. Era el hombre perfecto, cualquier chica le querría en su vida para formar una feliz familia con él. Era hermoso, su cara era... ¿has visto alguna vez a un ángel? ¿No? Porque no le has visto a él. Aunque el me lo negaba y peleábamos por ello. Era la belleza en persona, cada lunar de su cuerpo era magnífico. Hasta escuchar su respiración me enamoraba. A veces, casi casi sin querer, respirábamos al mismo tiempo. Él y yo, respirando a la vez. El resto no existía. Todo era perfecto. Su inteligencia, su manera de hablar y su boca fueron lo que me enamoró irrevocablemente de él. ¡Ay! su boca... era como tango de Gardel o mejor... como un poema de Neruda. Sí, así era su boca ¡Puro arte! Sólo con rozar mis dedos con sus labios producía un enorme deseo dentro de mi ser. Y su espalda ¿qué decirte de su espalda? Eso era como el mismísimo firmamento. Acariciar su espalda fue cautivador, aunque nada comparado con verle dormir. Su cara desprendía paz y serenidad al mismo tiempo que soltaba ternura. Todo de él me encantó, incluso sus defectos. Era cariñoso, sensible, educado y... romántico.
Durante mucho tiempo creí que era mi príncipe azul hasta que me salió rana.
Llevaba un año enamorada de él y una mañana de noviembre nos dimos cuenta de que éramos incompatibles. Yo no quería estar atada a un amor para el resto de mis días y según él yo no era lo suficientemente buena como para estar con él.
Estábamos en un momento de AMORguiónODIO. Siéndote sincera... me daba asco mirarle a los ojos y ver que su orgullo podía con el mio. Me daba coraje que siempre tuviera la razón. Su chulería era repugnante.
Ya no le quería como antes. Pero luego, observaba como dormía y se me hacía añicos el corazón. En ese momento creí en el amor.
Finalmente decidió macharse:''Yo daba mi vida por ti y tú...te odio y mucho. Te aborrezco'' palabras textuales. Su mirada estaba llena de odio y de rencor. Aún no sé que hice exactamente. Yo tampoco soy la chica dulce que él esperaba y necesitaba.
Y aquí estoy yo, escribiendo cosas que el jamás supo. Sé que es feliz. No le quiero, pero añoro su voz en modo susurro, es inevitable. Me odio por odiarle y le odio por haberle querido.
Así fue mi primer gran amor.
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