Es otoño. Está sentada en el sofá con la mirada perdida. No para de girar el anillo que lleva puesto en el dedo pulgar de la mano izquierda. Está inquieta, su respiración es rápida. Levanta la mirada, mira el reloj que cuelga de la pared que está a su derecha. El reloj es antiguo y está ennegrecido, lleno de polvo. Tiene un péndulo que cuelga de la parte superior, choca con una de las paredes de la estructura. Hace un ruido irritante.
Son las siete. Lleva dos horas preparada. Ella se levanta y coloca el reloj recto. El péndulo deja de producir ese ruido tan molesto que hace que se ponga aun más nerviosa.
Él vendrá a las siete y media. ''Tic-tac'' susurró entre un suspiro débil. Vuelve hacia el sofá y se sienta. Se arregla el pelo, exactamente como le gusta a él. Son las siete y diez. Se levanta nuevamente, se coloca la ropa y pasea inquieta por el salón. Se dirige hacia la ventana, apoya la cabeza en ella, tira un suspiro. El vaho empaña el cristal. Decide escribir sus nombres en él y al lado… dibuja un pequeño corazón mal hecho. Pestañea, el nombre de él se esfumó. Suelta un ''¡Ay!'' y mira nuevamente el reloj.
Las siete y cuarto. Está nerviosa, su corazón no para de latir con fuerza, con mucha fuerza. Se muerde las uñas. Piensa un tema de conversación para hablar con él.
Vuelve a pasearse por el salón, vacila y al final se sienta. El sucio reloj marca las siete y media.
Suena el teléfono. Es él. ''Entiendo…adiós'' No vendrá. Cuelga el teléfono y se sienta. Se despeina. Después de cinco minutos mirando el teléfono… se levanta y mira el reloj decepcionada. Se dirige al reloj y lo mueve de manera que choca y produce ese sonido tan desquiciante. ''Tic-tac'', piensa en voz alta.
Son las siete. Lleva dos horas preparada. Ella se levanta y coloca el reloj recto. El péndulo deja de producir ese ruido tan molesto que hace que se ponga aun más nerviosa.
Él vendrá a las siete y media. ''Tic-tac'' susurró entre un suspiro débil. Vuelve hacia el sofá y se sienta. Se arregla el pelo, exactamente como le gusta a él. Son las siete y diez. Se levanta nuevamente, se coloca la ropa y pasea inquieta por el salón. Se dirige hacia la ventana, apoya la cabeza en ella, tira un suspiro. El vaho empaña el cristal. Decide escribir sus nombres en él y al lado… dibuja un pequeño corazón mal hecho. Pestañea, el nombre de él se esfumó. Suelta un ''¡Ay!'' y mira nuevamente el reloj.
Las siete y cuarto. Está nerviosa, su corazón no para de latir con fuerza, con mucha fuerza. Se muerde las uñas. Piensa un tema de conversación para hablar con él.
Vuelve a pasearse por el salón, vacila y al final se sienta. El sucio reloj marca las siete y media.
Suena el teléfono. Es él. ''Entiendo…adiós'' No vendrá. Cuelga el teléfono y se sienta. Se despeina. Después de cinco minutos mirando el teléfono… se levanta y mira el reloj decepcionada. Se dirige al reloj y lo mueve de manera que choca y produce ese sonido tan desquiciante. ''Tic-tac'', piensa en voz alta.
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