A veces me pregunto dónde y con quién se entretuvo la inspiración, quizá algún mal hábito como la pereza la encandiló. Otras veces pienso que aparqué la creatividad y la imaginación para simplemente crecer y convencerme de que volar es imposible. O tal vez sólo sea que me instalé y acomodé en mi rutina.
Y de ahí la pregunta más importante: ¿por qué fue así?
Cuál fue el momento, maldito momento, en el que pacté con la mediocridad. Siempre creí que mis libros, pensamientos no tan disparatados, mis ansias de conocer, y no mundo sino conocer y ya está, mi facilidad para galopar como Quijote, aunque yo siempre sin Sancho, entre la realidad y la fantasía, alimentaban mi espíritu.
Siempre mimé la cúspide de mi pirámide, toda esa autorrealización de la que hablaba Maslow y blablabla...Veinte años de vida y mi antes pirámide es ahora una mastaba.
Seguiré buscando.
Como si quererle fuera tarea fácil, me dijo: ''Quiéreme sin dudas'' Y una que no está acostumbrada a que los sentimientos sean lo primero...pues qué quieres que te diga. Hice de tripas corazón y me acordé de todo el tiempo que estuve esperando a alguien como él y casi sin pensarlo, le susurré ''Te quiero, te quiero sin dudas y...'' Luego no hicieron falta más palabras. Me besó y su aliento formó parte de mi respiración. En ese instante supe que era él y jamás volví a dudar, pero si en algún momento lo hago...Estoy segura que él y su boca estarán ahí para recordarme cuánto nos queremos y que las discusiones sólo son maneras de demostrarlo.
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