Cuando el paso del tiempo se ha devorado los recuerdos y de ellos sólo queda una imagen borrosa y desordenada¿Cómo puedo organizar mis experiencias, si las sensaciones se han esfumado a la par de los años?
Es difícil saber por qué no consigo recordar. Quizá sea porque la memoria me juega malas pasadas o porque hace varias décadas de aquello. ¿De aquello? Mi subconsciente parece tener algún leve recuerdo empañado por el ritmo acelerado de la vida, pero yo sigo sin saber qué es lo que he olvidado. Noto dentro de mi que ese vago recuerdo es lo que me llena o llenaba. No lo sé. Pero me siento vacía. Una parte de mi deambula perdida por mi vida, intentando encontrar eso que me falta. Mientras tanto mi otra mitad está aquí sentada, en un banco de cualquier parque, queriendo comprender por qué me sucede esto. Soy consciente de que algo no va bien. Tengo miedo. Un abismo negro separa mi pasado con mi presente. Como si no hubiese vivido gran parte de mi propia vida. No lo entiendo. Creo que debo tranquilizarme y recuperar el aliento. Sólo necesito un momento.
-¡Hola!
¿Y esta chica? No sé. Su cara me suena, se me hace familiar pero no sé de que. Todo es tan dudoso...como mis recuerdos
-¿Cómo estás? ¿Dejas que me siente aquí contigo? Se me ha ocurrido venir a verte y...¡mira! Traigo un libro para leerte.
Supongo que será algún trabajo que debe hacer para clase. Hablar con una anciana la cual no recuerda su historia debe ser entretenido.
-No sé quién eres, pero espero que ese libro valga la pena. Anda siéntate.
La sonrisa de esta muchacha joven me inspira confianza y está tan animada en quedarse aquí conmigo que tal vez consiga distraerme, aunque sea por un momento.
-Bueno, lo que te voy a leer es una biografía que una vieja amiga me contó una vez.
-Entiendo, comienza. Por favor.
Necesito que empiece a leer ya mismo, porque mi propia historia ya no es historia. A lo mejor puedo sumergirme en esta.
-Ella, con su pelo largo y rizado, se cruzó con aquel chico tan atractivo. Hubo unos cuantos cruces de miradas y fue automático. Se enamoraron a simple viste. O al menos es lo que ella sintió. Pero, sí así fue.Comenzaron una inmortal historia de amor. A medida que transcurría el tiempo, fortalecieron su amor a base de confianza y respeto. Nada podía separarlos. Estaban realmente unidos. Sólo con mirarse eran capaces de leerse el alma. Entre ellos no hacía falta hablar.
Forjaron su amor eterno en el matrimonio. Ellos no creían en eso.Aún así se embargaron en la vida de casados, lo hicieron por sus padres, ya que éstos no querían que la gente hablase.
Tengo la sensación de que mi parte perdida comienza a hallar un camino.
A los pocos años de casados, tuvieron una hija a la que llamaron Mónica. Su primogénita heredó lo mejor de cada uno. Era preciosa, como la madre y tenía esa sonrisa dulce y delicada del padre...
-¿Qué ocurrió después? ¡Dime!
-Tranquila, necesito un respiro.
Mónica creció y al igual que sus padres se enamoró y entregó su corazón al verdadero amor.
A los cinco años, aproximadamente, tuvo una hija. La nieta de nuestra protagonista.
La pobre niña sufrió la muerte de su abuelo antes de llegar a la adolescencia. Su abuelo cayó enfermo y murió a los meses. La viuda intentaba aferrarse y no permitía que él se marchase. No se resignaba a la realidad.
¿Pero sabes que me contó ella? Cuando tuvieron un momento a solas, justo antes de que el falleciese...
Se besaron por última vez.
-Se besaron por última vez, fundiendo así sus almas para el resto de los días. Él se marcho feliz y en paz gracias a ese beso.
Tiene los ojos llorosos.
-¡Abuela!
Es mi propia historia.
-¿Por qué has escrito mi historia?
-Estás enferma, por eso no consigues recordar. He llenado este cuaderno con palabras que salieron de tu propia boca. Así cuando te sientas perdida y sola, aquí estaré yo. Leyéndote tus recuerdos, para que cada vez que me escuches vuelvas a resucitar los sentimientos que están ahí, adormecidos. Sólo hay que ayudar a que despierten. Aquí estoy. Cuenta conmigo.
Es difícil saber por qué no consigo recordar. Quizá sea porque la memoria me juega malas pasadas o porque hace varias décadas de aquello. ¿De aquello? Mi subconsciente parece tener algún leve recuerdo empañado por el ritmo acelerado de la vida, pero yo sigo sin saber qué es lo que he olvidado. Noto dentro de mi que ese vago recuerdo es lo que me llena o llenaba. No lo sé. Pero me siento vacía. Una parte de mi deambula perdida por mi vida, intentando encontrar eso que me falta. Mientras tanto mi otra mitad está aquí sentada, en un banco de cualquier parque, queriendo comprender por qué me sucede esto. Soy consciente de que algo no va bien. Tengo miedo. Un abismo negro separa mi pasado con mi presente. Como si no hubiese vivido gran parte de mi propia vida. No lo entiendo. Creo que debo tranquilizarme y recuperar el aliento. Sólo necesito un momento.
-¡Hola!
¿Y esta chica? No sé. Su cara me suena, se me hace familiar pero no sé de que. Todo es tan dudoso...como mis recuerdos
-¿Cómo estás? ¿Dejas que me siente aquí contigo? Se me ha ocurrido venir a verte y...¡mira! Traigo un libro para leerte.
Supongo que será algún trabajo que debe hacer para clase. Hablar con una anciana la cual no recuerda su historia debe ser entretenido.
-No sé quién eres, pero espero que ese libro valga la pena. Anda siéntate.
La sonrisa de esta muchacha joven me inspira confianza y está tan animada en quedarse aquí conmigo que tal vez consiga distraerme, aunque sea por un momento.
-Bueno, lo que te voy a leer es una biografía que una vieja amiga me contó una vez.
-Entiendo, comienza. Por favor.
Necesito que empiece a leer ya mismo, porque mi propia historia ya no es historia. A lo mejor puedo sumergirme en esta.
-Ella, con su pelo largo y rizado, se cruzó con aquel chico tan atractivo. Hubo unos cuantos cruces de miradas y fue automático. Se enamoraron a simple viste. O al menos es lo que ella sintió. Pero, sí así fue.Comenzaron una inmortal historia de amor. A medida que transcurría el tiempo, fortalecieron su amor a base de confianza y respeto. Nada podía separarlos. Estaban realmente unidos. Sólo con mirarse eran capaces de leerse el alma. Entre ellos no hacía falta hablar.
Forjaron su amor eterno en el matrimonio. Ellos no creían en eso.Aún así se embargaron en la vida de casados, lo hicieron por sus padres, ya que éstos no querían que la gente hablase.
Tengo la sensación de que mi parte perdida comienza a hallar un camino.
A los pocos años de casados, tuvieron una hija a la que llamaron Mónica. Su primogénita heredó lo mejor de cada uno. Era preciosa, como la madre y tenía esa sonrisa dulce y delicada del padre...
-¿Qué ocurrió después? ¡Dime!
-Tranquila, necesito un respiro.
Mónica creció y al igual que sus padres se enamoró y entregó su corazón al verdadero amor.
A los cinco años, aproximadamente, tuvo una hija. La nieta de nuestra protagonista.
La pobre niña sufrió la muerte de su abuelo antes de llegar a la adolescencia. Su abuelo cayó enfermo y murió a los meses. La viuda intentaba aferrarse y no permitía que él se marchase. No se resignaba a la realidad.
¿Pero sabes que me contó ella? Cuando tuvieron un momento a solas, justo antes de que el falleciese...
Se besaron por última vez.
-Se besaron por última vez, fundiendo así sus almas para el resto de los días. Él se marcho feliz y en paz gracias a ese beso.
Tiene los ojos llorosos.
-¡Abuela!
Es mi propia historia.
-¿Por qué has escrito mi historia?
-Estás enferma, por eso no consigues recordar. He llenado este cuaderno con palabras que salieron de tu propia boca. Así cuando te sientas perdida y sola, aquí estaré yo. Leyéndote tus recuerdos, para que cada vez que me escuches vuelvas a resucitar los sentimientos que están ahí, adormecidos. Sólo hay que ayudar a que despierten. Aquí estoy. Cuenta conmigo.
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