Esta noche como en cada noche de luna llena, vago por mis viejos recuerdos dolorosos. Pero siento que hoy es diferente, creo que mi tiempo hasta aquí ha llegado, mi vida no da para más. Antes de despedirme de este destino que me encadena cada día, quiero que todo el mundo sepa que el amor sobrepasa todos los límites establecidos, va mas allá de las fronteras y no entiende de razonamientos. El amor se guía por instintos, actúa por impulsos muy fuertes que sólo la Naturaleza conoce.
Dicho todo esto, comenzaré por donde se suele empezar, por el principio. Mi melancólica historia dice así:
Hace ya un par de décadas que mi gran amor fue cautivado por la muerte, la cual se escondía bajos cantos seductores de sirenas. La noche en la que le perdí, él y yo celebrábamos nuestro eterno amor en la playa. Una pequeña playa situada junto a un monte extenso y desolado. La noche era extraña, poseía un punto de misterio. El potente oleaje azotaba bruscamente las enormes rocas del acantilado. La luna estaba llena, grande y redonda, fría como siempre y brillaba como si su luz fuese la única que alumbraba a la Tierra.
Nosotros tirados en la dulce arena nos besábamos cuando el cielo despejado y estrellado se cubrió totalmente por turbulentas nubes negras. La lluvia era tan fuerte que nos empujó a meternos dentro de una oscura y remota cueva. Una vez a salvo de cualquier mal, aparentemente, continuábamos con nuestras demostraciones de amor. Mientras todo esto ocurría allí dentro, de fondo la tormenta aumentaba de intensidad por momentos y parecía que el mundo se venía abajo, aunque sinceramente no me importaba porque él estaba junto a mi lado. La voz de un ser extraño comenzó a soñar y él se paralizó y como hipnotizado se levantó, me apartó de él haciéndose camino entre la tempestad. Yo corrí detrás de él, gritándole que volviese conmigo. Pues dentro de mi más profundo ser, noté como una angustia terrible me abatía el corazón. ¡Mi ya viejo corazón! No hizo caso de mis suplicaciones y prosiguió corriendo, sin mirar hacia atrás, hasta que se paró de repente. Lo hizo como buscando algo o a alguien(supongo que a aquella mísera voz que no cesaba de cantar)
Entonces fue cuando la vi, un ser exótico que enamoraría a cualquier hombre. Resurgió desde el mar enojado. Su pelo rubio y largo deslumbraba por sí solo. ¿Su cara? Era preciosa y blanca, con cuerpo de mujer deseada por todos los mortales. Nunca antes había presenciado tal espectáculo. Una divina mujer¡Cómo si de un ángel se tratase! Debo confesar que la fuerza de su mirada me enredó, pero claro está que no tanto como a mi amante. Parecía que su alma deseaba a la mia.
Él se lanzó al agua en el mismo instante que la vio, nadando con rapidez llegó a ella. En ese mismo instante fue cuando ella se apoderó de su alma y lo mató. Así de simple y sencillo fue. Al parecer este ser tan inusual se alimentaba de almas. Aunque no dejase de ser una bella ''mujer'' debajo de su enmascarada piel escondía un vacío negro, no tenía esencia o interior. Era una bestia. La luna me miró fijamente y esbozó una leve sonrisa, se reía de mi.
Desde entonces mi desgastado corazón yace quebrado, desde aquella noche tétrica, yo también, al igual que esa bestia me quedé vacía. Sin alma. Voy deambulando sin rumbo esperando a que la muerte venga a mi. Por eso escribo todos mis recuerdos y muero cada noche al recordarlo. Ahí está el porqué decido buscar mi libertad a través de la muerte. Decido entregarle mi alma a un animal y así conseguir volver junto a mi gran amor.
Dicho todo esto, comenzaré por donde se suele empezar, por el principio. Mi melancólica historia dice así:
Hace ya un par de décadas que mi gran amor fue cautivado por la muerte, la cual se escondía bajos cantos seductores de sirenas. La noche en la que le perdí, él y yo celebrábamos nuestro eterno amor en la playa. Una pequeña playa situada junto a un monte extenso y desolado. La noche era extraña, poseía un punto de misterio. El potente oleaje azotaba bruscamente las enormes rocas del acantilado. La luna estaba llena, grande y redonda, fría como siempre y brillaba como si su luz fuese la única que alumbraba a la Tierra.
Nosotros tirados en la dulce arena nos besábamos cuando el cielo despejado y estrellado se cubrió totalmente por turbulentas nubes negras. La lluvia era tan fuerte que nos empujó a meternos dentro de una oscura y remota cueva. Una vez a salvo de cualquier mal, aparentemente, continuábamos con nuestras demostraciones de amor. Mientras todo esto ocurría allí dentro, de fondo la tormenta aumentaba de intensidad por momentos y parecía que el mundo se venía abajo, aunque sinceramente no me importaba porque él estaba junto a mi lado. La voz de un ser extraño comenzó a soñar y él se paralizó y como hipnotizado se levantó, me apartó de él haciéndose camino entre la tempestad. Yo corrí detrás de él, gritándole que volviese conmigo. Pues dentro de mi más profundo ser, noté como una angustia terrible me abatía el corazón. ¡Mi ya viejo corazón! No hizo caso de mis suplicaciones y prosiguió corriendo, sin mirar hacia atrás, hasta que se paró de repente. Lo hizo como buscando algo o a alguien(supongo que a aquella mísera voz que no cesaba de cantar)
Entonces fue cuando la vi, un ser exótico que enamoraría a cualquier hombre. Resurgió desde el mar enojado. Su pelo rubio y largo deslumbraba por sí solo. ¿Su cara? Era preciosa y blanca, con cuerpo de mujer deseada por todos los mortales. Nunca antes había presenciado tal espectáculo. Una divina mujer¡Cómo si de un ángel se tratase! Debo confesar que la fuerza de su mirada me enredó, pero claro está que no tanto como a mi amante. Parecía que su alma deseaba a la mia.
Él se lanzó al agua en el mismo instante que la vio, nadando con rapidez llegó a ella. En ese mismo instante fue cuando ella se apoderó de su alma y lo mató. Así de simple y sencillo fue. Al parecer este ser tan inusual se alimentaba de almas. Aunque no dejase de ser una bella ''mujer'' debajo de su enmascarada piel escondía un vacío negro, no tenía esencia o interior. Era una bestia. La luna me miró fijamente y esbozó una leve sonrisa, se reía de mi.
Desde entonces mi desgastado corazón yace quebrado, desde aquella noche tétrica, yo también, al igual que esa bestia me quedé vacía. Sin alma. Voy deambulando sin rumbo esperando a que la muerte venga a mi. Por eso escribo todos mis recuerdos y muero cada noche al recordarlo. Ahí está el porqué decido buscar mi libertad a través de la muerte. Decido entregarle mi alma a un animal y así conseguir volver junto a mi gran amor.
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